La gordura reincidente: cuando comer se transforma en masoquismo.

Martes 16 de Mayo de 2011 


Estos últimos días me he estado cuestionando cómo puede ser que adelgace 5 kg un mes y engorde 7 al siguiente. ¿Qué pasa conmigo para tener esas variaciones tan extremas que lo único que logran es que mi autoestima decaiga cada mes y mi piel ya no soporte más la fluctuación de peso?

Agotada la reflexión y la búsqueda de respuestas en mi rutina diaria, dejé de preguntarme cosas como "¿me gustará mucho comer?", "¿comeré mucho pan?", "¿será que estoy desordenada con las comidas?", "¿estaré con problemas hormonales?". Y empecé a ahondar un poco en mi inconsciente. 

Ahí fue que recordé una frase que hace unos meses me dijo @carla_york

"muchas mujeres engordan no sólo porque les guste comer, sino porque tienen el deseo inconsciente de sentirse víctimas y autoflagelarse"

Ni bien leí esto, me asombró cómo puede ser que existan personas que lleguen al punto de lastimarse de esa forma. ¿Eso no se veía sólo en las películas de Hallmark o en Canal 9 los domingos a la siesta? En ese momento me asombró. Y no me sentí identificada. Y me reí de las posibles mujeres que comían y comían sin entender por qué, y sin saber que en el fondo de su psiquis existe esa necesidad de sentirse mal. Sentirse lastimadas, heridas. Sentir que sufren. Y no me identifiqué con esto. No, no. jaja! yo? Yo autoflagelarme? No señor, yo engordo porque las hormonas me juegan en contra. 

Hasta que, en medio de una crisis, (ya familiar: sólo me entra un jean, descansan pilas y pilas de ropa que no me entra, y yo lloro cuando me tengo que vestir), todo lo reprimido salió a luz: 

¿POR QUÉ me estoy haciendo esto?

Si. Es lo que tanto necesitaba. Estaba en lo más oscuro de mí. En el fondo, muy en el fondo de mi inconsciente, hay algo (no sé por qué) que hace que vuelva a engordar. No es problema de las hormonas, ni problema de lo rico que es comer. Tampoco es culpa de mi mamá que cocina bien. Ni siquiera es culpa de la desorganización. Es culpa de esa necesidad masoquista. Según Freud, el masoquismo moral está relacionado con ese sentimiento de culpabilidad inconsciente que posiciona a la persona en el papel de víctima.

Y mientras escribo esto, va saliendo lo que no pensé que había en mí. Hay algo en ese deseo reprimido de sentirse víctima que me impide adelgazar. Bah. Adelgazar, adelgazo. Lo que me pasa es que vuelvo y vuelvo a engordar. Cada vez más. Es lo que llamo la "Gordura Reincidente".  Si yo ya sé lo que tengo que hacer! Les puedo recitar de memoria la tabla de calorías y de créditos Cormillot. Conozco a cada una de las nutricionistas de mi ciudad. Y ni hablar de los gimnasios; tengo carnet del que quieran. Tengo cuadernos llenos de dietas, de registros de comidas, de fotos de gorda y de flaca. Tengo facturas de profesionales que me han cobrado hasta $100 la consulta semanal para decirme lo que yo ya sé. Yo ya fui flaca. Ya estuve bien, estuve contenta. Pero no me pregunten por qué volví a engordar.

Una vez mi médico me dijo "si yo agarro un cuchillo y te lo quiero clavar en la mano, vos qué haces?" Yo le contesté: "por supuesto que alejo mi mano". Continuó: "y por qué no te alejás de la comida que te hace mal? Si sabes que engordas, sabes que después te duele el estómago todo el día, sabes que no te podés vestir como querés..." Y aún así reprimí y no me di cuenta. 

Y si, mi médico ya se había dado cuenta. Sólo que los tiempos propios son diferentes. 

Hoy 16 de mayo de 2011 me doy cuenta cuál es mi problema. Y me pregunto: ¿Por qué me hago esto? ¿Por qué me lastimo tanto? Si prometí, ME PROMETÍ, no dejar que nadie me lastime, ¿por qué me lastimo yo? ¿Qué me hice para hacerme esto?

Freud decía que una vez que lo reprimido sale a la luz, ya estamos curados. 

¿Estaré curada?

5 comentarios:

Unknown dijo...

Me pareció super interesante este post. Justo el último mes estuve haciendo dieta y, sin demasiada actividad física porque estoy a mil con todo, bajé casi cuatro kilos. La semana pasada me cansé bastante y volví a los viejos hábitos alimenticios: desastrosos. Lo interesante es que descubrí que después de comer todas esas cosas que me encantan pero que engordan mil no me sentía mejor. O sea, pensaba qué rico que era eso pero después me dolía la panza y deseaba haber comido una ensalada en cambio, algo que no siempre me había pasado.
Leyendo tu post me pregunto ¿Será que tenemos la necesidad de "autoflagelarnos" o "hacernos mal" para luego volver a sentirnos bien? ¿Es en realidad esa sensanción de bienestar y realización lo que nos hace decaer? Todas las que hacemos dietas sabemos que al principio es cuando más se baja y después hay una especie de meseta en la que los cambios ya no son tan fáciles de ver, aunque estén, entonces nos desmotivamos rápidamente. Creo que es ahí cuando surge esa necesidad de "hacernos mal". Nos hacemos mal para volver a sentirnos bien. O al menos esa fue la conclusión a la que llegué recién.

Me encanta leerte, seguí así!
Besos!

Co dijo...

No se si basta con sacar el problema a la luz, pero sí creo que es un paso IMPORTANTÍSIMO! El cambio empieza por uno mismo y me parece que vas por el buen camino. Desde acá te acompañaremos en el proceso!

Muy interesante el post!

Besote!

Solcab dijo...

Interesante post, Saudaris!. Durante mucho tiempo tuve sentimientos similares y por eso me gustaría compartir mi experiencia sobre cómo llegué al lugar en el que estoy hoy. Desde que era chica siempre me he preguntado ¿Por qué?, y tal como veo en tu post, todas tus preguntas comienzan igual, sobre todo la última a la que hacés referencia y, además, escribís en mayúscula. Para serte sincera, los ¿por qué? jamás me llevaron a nada, sencillamente porque no sabía la respuesta.

Las respuestas llegaron cuando mi psicoanalista me propuso cambiar la pregunta ¿Por qué? por ¿Para qué?. Quizás parezca un giro gramatical, pero no lo es. Comencé a preguntarme: ¿Para qué hago dieta?, ¿Para qué quiero pesar 40 kg?, ¿Para qué me anoto en el gimnasio si después abandono?, ¿Para qué me someto a dietas imposibles que no hacen más que ponerme de mal humor?, y finalmente, ¿Para qué quiero volver a entrar en el jean que usaba hace 10 años atrás?.

Claro que no todo es tan sencillo como parece. Me llevó un buen tiempo de análisis entenderlo. Encontré en mi psicoanalista una guía que me marcaba, de a poco, lo que se me escapaba o guardaba en los más oscuros rincones de mi ser. Aquello reprimido y apartado. El ¿Para qué? me ayudaba a pensar a futuro, era positivo, mientras que el “Por qué” es una pregunta que me ataba al pasado. El “para qué” nos permite pensar a futuro y construir en consecuencia.

Con el tiempo, y en pleno proceso de análisis, fui adelgazando los 10 kg que tenía de sobrepeso. Hoy me faltan 8 más para estar en mi peso óptimo. Pero me pregunto ¿para qué? quiero tener un peso óptimo o, también, si en verdad quiero tener un peso óptimo. Estoy en eso. Es sabido que la comida llena los espacios vacíos, aquellos que nos angustian y que tapamos cuando comemos. Quienes tenemos un lazo conflictivo con los alimentos lo sabemos muy bien.

Hoy todavía me queda mucho por trabajar, recorrer, descomprimir y aceptar en mi persona, es la primera vez que experimento momentos de felicidad plena como nunca antes. (Sí, a pesar de los 8 kilos). No soy modelo ni quiero serlo, no tengo el cuerpo de mis 18 y tengo el cuerpo que puedo tener. Entendí que quienes te quieren lo hacen por tu inteligencia, elocuencia, simpatía y ganas de vivir y no por mi peso óptimo. De hecho, ellos también me querían cuando tenía 16 kg arriba.

En definitiva te invitaría a pensar ¿Para qué queres adelgazar?, ¿Para qué queres vivir haciendo dieta?, ¿Para qué comer hasta llenarte o explotar?, ¿Para qué intentar y sentir el fracaso constante?. Te invito a que busques una respuesta sincera y si la encontrás más allá de entrar o no en un viejo pantalón o alguna prenda vieja del placard, entonces creo que vas a estar muy cerca de comprender que te pasa internamente.

A veces uno fantasea con lo vivido, lo pasado, esa melancolía que solemos confundir con felicidad. Muchas veces es una fantasía necesaria, pero como tal, no es real. El presente es lo único real y a veces nos pasa por arriba mientras pensamos en lo bueno que fue todo aquella vez.

Para terminar, algo que me dijo una vez mi abuelo paterno: “Ser feliz, como estado permanente, no existe. Aceptar los cambios que te van a suceder a lo largo de la vida es construir momentos de felicidad y eso, eso es real”.

Majo Malnis dijo...

Muy bueno el post! Realmente me sentí identificada con todo lo que voy leyendo, estoy en el mismo proceso de bajar y me reprocho el porque subí 10 kg en un año,esto me ayuda a darme cuenta un poco el porque.
Hasta ahora baje 4.700 kg en 7 semanas, los primeros los baje muy rápido y ahora muy de a poco, si bien me doy mas permitidos que antes y en una semana de descontrol no aumente, pero si me reproche el porque lo había hecho si de verdad me siento muy bien cada gramo que bajo, bien psicologícamente y físicamente.
Es un camino largo y doloroso, pero nos ayuda a estar mejor y conocernos. es importante atravesar por salud y comenzarlo es querer vivir mas y mejor.

Anónimo dijo...

A VECES PERMANECEMOS TANTO EN LOS MALOS ESTADOS Q NONOS PERMITIMOS ESTAR BIEN O TENEMOS MIEDO CUANDO ESTAMOS EN UN TERRENO DESCONOCIDO COMO CUANDO ESTAMOS FELICES... YO SUFRO LO MISMO CON EL CIGARRILLO CUANDO ESTOY MUY BIEN HAGO ALGO Q ME LLEVA A ESTAR MAL Y VUELVO A FUMAR. LO IMPORTANTE CREO Q ES APRENDER A RECONOCER LO QUE SENTIMOS CADA INSTANTE ASI RECONOCER Q NOS LLEVA A QUERER VOLVER AL ESTADO CONOCIDO DE TRISTEZA Y Y CONOCIENDO LO QUE SENTIMOS PORDEMOS DOMINARLO ASI TRATAR DE MANTENER EL MAYOR TIEMPO POSIBLE EL ESTADO DE FELICIDAD
SOLO TE DOY CONSEGUITOS DE LOS QUE APRENDI EN DOS AÑOS DE TERAPIA Y QUE AMI ME SIRVIERON MUCHO